sábado, 25 de octubre de 2014

Una reflexión

Es que detrás de tanto odio, envidia, rencor, malas promesas y llantos, ya no sabemos a qué recurrir. Razonar una solución, una alternativa a tantas cosas, es demasiado peso para una sola persona. ¿No estaríamos mejor si pensáramos en no generar el problema en vez de andar buscando soluciones? o mejor aún, ¿en dejar de buscar soluciones a inconvenientes futuros que aún no ocurrieron?.

Vivimos estresados, anonadados de espanto y contaminados de tanta basura que nuestros sentidos ya no pueden diferir cuales son las mejores opciones para uno. Vemos pasar nuestros días como caudales directos a una profundidad inalcanzable de ver, a un desasosiego mental que nos golpea de frente al rostro. 

Constantes imágenes se nos cruzan, incomprensibles o únicas e irrepetibles. Marcan nuestras vidas, nuestros caminos, nuestras historias y todo lo que de ellas se desprendan. Coleccionamos una descomunal cantidad de recuerdos en una galería tan inmensa como nuestra mente que nos olvidamos de vivir y rellenar tantas oportunidades y espacios vacíos que se nos presentan y que hacen de lo que somos constantemente.

Estamos cayendo…

Estamos cayendo entre infinitas oquedades. Alzamos la vista hacia arriba, y solo atinamos a observar una descarada caída impulsada por nuestra poca predisposición a avanzar entre un camino que nunca comenzó a construirse y que nunca tuvo la oportunidad de progresar fuera de la maleza.

Estamos muriendo…

Estamos muriendo y no tenemos ningún Dios de nuestro lado. El mérito de todo nuestro sufrimiento y desgano no es más que nuestro. Y detrás de cada paso hacía al frente, nuestra esencia como personas se limita a caer resignada entre los millones de rastros de tantos que nunca lograron decir con vigor: “Éste soy yo, y aquí me ves. Mis aspiraciones son tantas, que abandonar no forma parte de mi habla.”

Sigamos manteniéndonos vivos
Sigamos siendo nosotros.

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