viernes, 14 de marzo de 2014

Todas las emociones ordinarias del amor



De pequeño a grande, rodeado de grandes personas.
Enseñanzas de vida, crianza desde las experiencias ajenas que no deseamos a nadie.
Una descendencia buscada o no, en base a un posible amor aturdido.
Un joven introvertido, sano y cuerdo, capaz de moldear su propio camino.

Miles de herramientas por alzar y aprender.
Años encaminados por largas filas marchando en caminos dispersos.
Grupos inmensos, grupos pequeños, individualidad encontrada ajenamente.
Deseo, fervor de vida, integridad y egoísmo.

Dañado, herido, golpeado, maltratado, agredido y aislado.
Un hermano, una hermana, y pocas esperanzas.
Cientos de recuerdos hasta aquí moldé.
Vasijas agrietadas de par en par.

Probablemente sepa intentarlo una vez más.
Si mis cuerdas aún funcionan igual que aquella vez.
Donde en conjunto solíamos hacer sonar.
Tras llamados de regreso atrás.

Dieciséis años han tomado.
Abrir el despliegue a la vida.
Habitaciones oscuras, iluminadas por la noche.
Y tú figura detrás de los relámpagos.

Todas las emociones ordinarias del amor.
Tu alma joven resplandeciente en nuestro hogar.
Nuestras mañanas alegres luego de un alfajor.
Mis medias dispersas, mis pies descalzos.

Mis lentes empañados de sudor.
Una llegada tarde de estudio.
Preocupada por un futuro.
Preocupada por un presente.

Espectador de todo.
Y todas las emociones ordinarias del amor.
La presión de nuestros corazones.
Y todas las emociones ordinarias del amor.


Lo sé.

Ezequiel Morales (Elsart)

domingo, 2 de marzo de 2014

Bosque



Camine por el bosque
Donde la oscuridad se torno cada vez más densa
Me adentre en su laberinto
Guiado por las sombras que generaba la escasa luz de luna

El inhóspito silencio que rodeaba las ramas de aquellas figuras fúnebres
Que no hacían más que asustar, como cuando uno es chico
y mira por la ventana la sombra del árbol de su patio

Mis pies no querían avanzar
Pero yo estaba dispuesto a averiguar que había más allá
Sentía como mi corazón se desmoronaba por la pequeña vitalidad
que lograba oír desde algún sitio, de un manantial

La rutinidad del día
La complicidad para la negación
Las preguntas para auto responderse
Y la amargura de los actos ajenos

Me hacían pensar que aquel lugar era lo que buscaba
La amargura que generaba, me daba felicidad
Quizás, guiado por la mediocridad de mi ser
Iba a encontrar mi desahogue en el bosque

Estiraba mis brazos, abierto al entorno
Con precaudes de no golpearme con algún inesperado árbol
Que seguramente, sus raíces detectarían de mi a un intruso
Que quiere violar su meditación

Mi egoísmo de humano, me hacia desear de aquella tranquilidad
Mi piel se erizaba al sentir un contacto tan elevado de energías en aquel sitio

Sentía una terrible necesidad por llorar
Pero no me había dado cuenta que ya una lagrima se deslizaba por mis pómulos
Comencé a temblar, y a sentir miedo

Me deje llevar por las sombras
Arrastrado por el egoísmo de no compartir con nadie aquel lugar

De repente, estaba encima de un río
Tonto fui por caminar ciegamente
Su fuerte corriente me llevo lejos
Intente sujetarme de raíces
Pero los árboles no querían intrusos
Me deje llevar, arrastrar, guiar, no sabía que pasaría

Sentía la frívola agua en mi cuerpo
mis trapos sucios ya no eran dignos de estar

Sentía caer en un pozo
pero no llegaba a aterrizar nunca
quizás nunca llegaría al final
y la oscuridad me llevo

Comprendí las cosas más que nunca
pero mi egoísmo no se los dirá.

La rutinidad del día
La complicidad para la negación
Las preguntas para auto responderse
Y la amargura de los actos ajenos

Me hacían pensar que aquel lugar era lo que buscaba
La amargura que generaba, me daba felicidad
Quizás, guiado por la mediocridad de mi ser
Iba a encontrar mi desahogue en el bosque.
Ezequiel Morales (Elsart)