lunes, 13 de octubre de 2014

King


Solo serán dos semanas. Probablemente no pueda enfocarme demasiado aquí dentro. Por lo que únicamente voy a contar un suceso… un suceso particular, en el cual la autorrealización no quedo pendiente. Yo estaba acá, sentado y me encontré.

Te diré que entre a la habitación y ella estaba acostada, piernas contra la pared, hacia lo alto. Me senté en la silla, estiré mis piernas y solo pensé en mantener la oscuridad del sitio. Puse música y cerré los ojos.

Todo se mantuvo así por varios minutos, no logré la respuesta que deseaba por mi particular presencia. Se levantó y se retiró del lugar. Podía visualizar cierta distinción de los objetos del mismo. Todo tenía una tonalidad azulada, el aire era totalmente enérgico. Me sentí rodeado de expectativas básicas y sueños de un niño, como por ejemplo el mostrar un dibujo recién hecho y te lo alaguen, a tal nivel de pensar que tu dibujo es único y hermoso.

Recordaba el antiguo departamento, donde en las tardes la abuela dormía en la cama frente a mí y yo contemplaba las franjas de luz que salían disparadas desde la persiana. Cuando iba en silencio al comedor a imitar el mismo dibujo de un avión multicolor por el cual sentía desprecio por no poder lograr hacerlo una vez más. Cuando la sonrisa de mis estrellas no siempre estaban centradas y sus brazos cambiaban de posición. Y también recuerdo la catarsis frente al papel blanco, donde el primer trazo nunca estaba pensado.

Me quede en silencio y la música seguía sonando. Me sentí niño e incomprendido, desprovisto de seguridades. Me percibí solo, y sentí la necesidad de estirar mis brazos y enrollarme en ellos. Ahí estaba, atado a mí mismo, por voluntad de sobrevivir a una soledad desganada.

La música se dibujaba en mis tímpanos, la progresión de notas era asombrosa. El arte de tapa tan catastrófico y personal que no lograba despegar mí vista de esos ojos negros reflejando una escena feroz. El paladar tan tembloroso que era posible ver el eco en imágenes y el terror en  facciones eternas de discrepancia.

Paso a decir que no fue fácil separarme de aquel momento, todo iba acorde a las sensaciones que emanaba la situación. Cuando logre estirar mis brazos, sentir individualidad fue inevitable, pero la libertad momentánea fue asombrosa. Fue leve el momento y todo paso muy rápido.

Ambiente apaciguado, y…

Ella entro, prendió la luz.
Apago la luz, y volvió a irse.


2 comentarios:

  1. Asi de parecidas son el arte y las mujeres no? Las dos nos pueden volar a otro mundo, otro tiempo, en un segundo y llevarnos devuelta a la tierra todavia mas rápido. Feliz cumpleaños, de un lector nuevo.

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    1. Linda interpretación de tu parte. Gracias por el saludo y me alegro que te hayas tomado un tiempo en leerme ! Un abrazo querido

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